Justin Quayle es un diplomático británico destinado en Kenya cuya mujer es asesinada junto a un hombre sospechoso de ser su amante, un activista defensor de los derechos humanos de la región. Quayle decide entonces investigar los asesinatos, y comienza a descubrir que su esposa había ido recopilando datos sobre una multinacional farmacéutica que utilizaba a los africanos como cobayas para un tratamiento relacionado con la tuberculosis, con ciertos efectos secundarios bastante perjudiciales para el ser humano.