La secuela tiene lugar justo un año después de que la ciudad de Barrow, en Alaska, fuera diezmada por los vampiros durante el mes anual en el que la puesta de sol se alarga durante 30 días. Llena de dolor por la muerte de su marido, y entre pesadillas, odio y tristeza, Stella (Sanchez) ha pasado los últimos meses viajando por el mundo e intentando convencer a otras personas de que los vampiros existen realmente.