Atrapado por el miedo a posibles repercusiones y torturado por la culpa de sus violentas acciones, Taylor intenta ocultar sus pecados con la esperanza que pasen desapercibidos y se conviertan en nada más que un pequeño y sucio secreto. No obstante, su plan se deshace rápidamente cuándo empieza a tener visiones amenazadoras y la línea entre la realidad y la paranoia se vuelve borrosa.