A pesar de su origen humilde, y de su pasado delictivo que incluía el fraude, el contrabandismo, la deserción e innumerables arrestos, Eugène-François Vidocq va a convertirse en uno de los hombres más influyentes y mediáticos de la Francia post-napoleónica. Mientras Napoleón Bonaparte dominaba el mundo, Vidocq estaba a punto de ser el verdadero emperador de París.