Un corredor de bolsa británico llamado Nicholas Winton visita Checoslovaquia en la década de los años 30, y considera que su obligación moral es rescatar a 669 niños judíos antes de que lleguen los nazis, que están con los prolegómenos de la Segunda
Guerra Mundial. Tras visitar Praga y ver los horrores y atrocidades a los que se enfrentaban las familias judías refugiadas, supo que había llegado el momento de actuar si tenía alguna esperanza de ayudar a aquellos cuyas vidas corrían peligro. Su participación en una operación conocida como Kindertransport ayudó a rescatar a cientos de niños, aunque Winton sigue atormentado incluso décadas después por los fantasmas de los niños a los que no pudo rescatar.