Crónica sobre un periodo de la vida del director soviético Sergei Eisenstein, el que pasó en México, donde rodó, entre otros films, ¡Que viva México!. El director de El Acorazado Potemkin (1925) vivió más de un año (1931) allí para plasmar en celuloide su fascinación por el Día de Muertos y los ritos religiosos de la cultura popular mexicana.