El nuevo paciente del psiquiatra Cora Dulz es muy guapo, provocativa, encantador, tranquilo y un narrador muy convincente acerca de sus encuentros con María Callas, por ejemplo. Desde luego, no puede ser el diablo como él afirma. A medida que avanza el tratamiento Cora es cada vez más fascinado con el hombre que parece conocer todos sus secretos más oscuros. Cada vez es más difícil de resistir el encanto diabólico Nagy, su erotismo dominante y fantasías extrañas. El psiquiatra y paciente empiezan a conocer fuera de la oficina en la que tiene más control sobre él, sino que trata de resistir. Nagy se convierte en el objeto de sus sueños no cumplidos y anhelos de sus más cercanos, pero cuando ella se acerca a él, se distancia de ella como si se tratara de un juego cruel. Cora termina perdiendo el control de su vida y hacer algo que nunca se había imaginado hacer.