Sara es una niña con una imaginación muy desarrollada, gracias en parte a su padre que nunca pierde la oportunidad de escapar con su hija a un mundo de
fantasía donde todo es alegría y los sueños. Esta realidad se convierte en dulce que amarga cuando el padre tiene que ir al ejército, para combatir en la
guerra. El niño debe entonces ir a un internado donde la simpatía de todas las institutrices no gana, especialmente la señorita Minchin que la ve como un niño mimado con demasiados caprichos y consentimientos. Incluso la imaginación ayuda a Sara frente mejor a su nueva vida. Lo único que queda es la esperanza de la próxima visita de su padre y cuando se dice que está aquí para quedarse y pueden vivir juntos de nuevo. Sin embargo, el padre nunca llega. La chica se hace amigo de una chica de color muy diferente y pasa sus días. Uno se entera de que su padre ha sido dado por muerto en la batalla y ya que no puede permitirse el internado, la chica tiene que ganar su estancia en base a un trabajo duro.