Todos los días, una hora antes de la medianoche, en el viejo Castillo de Eulenstein, el Pequeño Fantasma sale a hacer su recorrido cotidiano. Se aburre y le gustaría ver el mundo exterior
Quizá por eso, al día siguiente de encontrarse con un grupo de niños de excursión al castillo, se despierta tarde y se encuentra perdido en la ciudad, transformado en un pequeño fantasma oscuro por los rayos del sol, aterrorizando involuntariamente a todos los que se encuentran con él.